Los espacios más eficientes para ubicar un lavadero en el hogar
Consejos para que este sector de uso frecuente no entorpezca la circulación y mantenga la limpieza en el hogar; es posible, además, tener un lavadero estético y prolijo.
* 22 de agosto de 2025
* 14:15
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Un lavadero ordenado puede ser posible y muy útil.
El lavadero es un espacio indispensable en la dinámica del hogar, pero muchas veces no se encuentra bien ubicado. Su disposición debe ser funcional y esto tiene mucho que ver con la rutina familiar. Por eso, es necesario evaluar cuál es el mejor lugar para instalarlo. Según explica la arquitecta Eleonora Mendoza, el lavadero o sector de lavandería es uno de los espacios de las viviendas que frecuentemente se encuentra mal ubicado o mal vinculado con el resto de los ambientes y los ingresos.
“Cada familia tiene sus dinámicas, y eso influye en las decisiones de distribución cuando se encara un proyecto de vivienda desde cero o si se realiza una reforma importante”, señala. Por ejemplo, en familias con una vida deportiva activa, con una gran cantidad de accesorios para limpiar al regresar a casa, se sugiere ubicar el lavadero cerca del ingreso diario o de servicio. Esta ubicación evitará que los integrantes deban atravesar la vivienda con ropa y equipos sucios.
Las repisas con canastos y los muebles con puertas son claves para guardar lo que no queremos que se vea.
Si la vivienda tiene dos plantas con los dormitorios en el sector superior, se puede prever un espacio de lavado cercano a estos, para que la indumentaria o la ropa de cama no circule innecesariamente por la casa. Sin embargo, por cuestiones de intimidad, muchas personas optan por no elegir esta opción. En estos casos, la arquitecta sugiere contemplar un sector de acomodado, secado y planchado en la planta alta, cerca de vestidores o placares. “Una opción que propongo es la utilización de un ducto de conexión desde la planta alta a un lavadero en planta baja.” Esto permite que el personal de ayuda no tenga que realizar tareas cerca de los dormitorios y solo suba las prendas para su guardado.
Espacios acotados
En viviendas más pequeñas, donde se prioriza un ingreso vinculado a la despensa y luego conectado con el lavadero, es imprescindible que exista una división entre alimentos y los elementos y equipos de limpieza. Esto se puede resolver mediante una puerta corrediza, y las calderas o termotanques pueden ubicarse en un espacio intermedio entre el sector de limpieza y el de guardado de comestibles.
Por último, los departamentos suelen venir con una distribución específica para lavaderos, generalmente cerca de la cocina. Sin embargo, también puede haber un lavadero común para todos los vecinos, algo cada vez más frecuente. “En estos casos, generalmente no se contempla ninguna pileta para lavar elementos de aseo del hogar, como trapos o zapatillas.” Si estamos en una reforma, la arquitecta sugiere encontrar un lugar para instalar una pileta y resolver estas cuestiones de manera eficiente.
Conclusión
Todo lo relacionado con la limpieza debe estar alejado o separado de los comestibles o sus preparados. Los elementos de limpieza no se pueden lavar donde se preparan alimentos, para evitar que algún resto de comida manche una prenda o que la suciedad contamine la preparación de un alimento.
Lavaderos que inspiran
Una selección de fotos de la revista Living para inspirar a quienes desean que su lavadero sea más bonito:
– Velas, plantas y libros no son elementos exclusivos de un living o comedor; también pueden decorar un lavadero para que se vea como un espacio más de la casa.
– El lavarropas puede integrarse totalmente a la cocina.
– Animarse a los colores en el lavadero, no todo tiene que ser blanco.
– Tener una puerta al exterior es muy útil para quienes practican deportes y pueden dejar ahí zapatillas embarradas y ropa sucia.
– Un lavadero escondido detrás de los muebles que lucen como una segunda cocina.
– Un gran espacio separado de los ambientes, que no solo es un lavadero sino también lugar de planchado, secado y guardado de múltiples cosas de la casa.
Fuente: LA NACION
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