Rascacielos de Madera: la carrera por conquistar el cielo, cuáles son los más altos del mundo y cuáles podrían superarlos
Donde están y cuál es el futuro. En medio de la urgencia climática y los límites del hormigón, países de Europa, América y Asia impulsan una competencia por levantar edificios de madera cada vez más altos. Se multiplican los proyectos con madera.
EL GIGANTE MUNDIAL DE MADERA ESTÁ EN NORUEGA, ES IMPONENTE
El auge de los rascacielos de madera se alimenta de un argumento concreto: la industria de la construcción tradicional produce más del 35% de las emisiones globales de dióxido de carbono, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Frente a esto, la madera emerge como un material renovable, con capacidad para almacenar carbono, reducir el peso estructural y acortar los plazos de obra.
La revolución tecnológica en productos como la madera laminada cruzada (CLT) y la madera laminada encolada (glulam) permitió el salto de escala: pasar de casas bajas a torres de más de 80 metros. El CLT consiste en capas de madera maciza dispuestas perpendicularmente y unidas con adhesivos estructurales. El resultado combina resistencia, estabilidad y ligereza.
EL PIONERO ESCANDINAVO: MJØSTÅRNET EN NORUEGA
Noruega lideró la primera etapa de esta competencia con el Mjøstårnet, ubicado en Brumunddal, a 100 kilómetros de Oslo. Inaugurado en 2019, mide 85,4 metros y suma 18 pisos destinados a hotel, oficinas, departamentos y pileta climatizada.
Construido con CLT y glulam, el edificio se transformó en ícono de la arquitectura sostenible. El estudio Voll Arkitekter y la empresa Moelven Limtre lograron resolver los desafíos de vibración y resistencia al fuego mediante simulaciones avanzadas y paneles de gran tamaño. Su estructura de madera permitió reducir la huella de carbono respecto de un edificio convencional en hormigón.
EL DESAFÍO ALPINO: HOHO WIEN EN AUSTRIA
Casi en simultáneo, Austria se consolidó como otro epicentro de la construcción en altura con madera. En Viena se levanta el HoHo Wien, un edificio de 84 metros inaugurado en 2020, que combina hotel, oficinas y departamentos en 24 pisos.
El 75% de su estructura emplea CLT y glulam, con un núcleo de hormigón que asegura rigidez y protección contra incendios. Esta solución híbrida anticipa una tendencia: muchos proyectos futuros no prescindirán del cemento, sino que optimizarán su uso, buscando reducir emisiones sin sacrificar seguridad.
Austria y Alemania avanzan también en planes para superar los 100 metros. Berlín y Hamburgo ya cuentan con propuestas para rascacielos híbridos que podrían redefinir el límite de altura en el corto plazo.
CANADÁ, PIONERO EN NORMATIVAS
Canadá ocupa un lugar clave en la historia de estos edificios por el impulso legislativo que promovió el uso de madera estructural en altura. En Vancouver se encuentra el Brock Commons Tallwood House, de la Universidad de British Columbia, que alcanzó 53 metros y 18 pisos al inaugurarse en 2017.
Diseñado por Acton Ostry Architects, este edificio funcionó como un experimento regulatorio que probó la viabilidad técnica y de seguridad. Su récord particular fue el tiempo de construcción: apenas 70 días para montar su estructura. Canadá impulsa normativas que permiten proyectos aún más ambiciosos, con incentivos fiscales y aprobación más ágil.
JAPÓN Y EL SUEÑO DE 350 METROS
El proyecto más espectacular en carpeta pertenece a Japón. Sumitomo Forestry, una de las principales empresas forestales del país, planea construir en Tokio la W350 Project: una torre de 350 metros y 70 pisos para oficinas, viviendas y comercios.
El objetivo es completarla para 2041, coincidiendo con el 350º aniversario de la compañía. La estructura incorporará 90% de madera, reforzada con acero para cumplir las estrictas normas antisísmicas japonesas. Este ambicioso plan busca integrar la madera local, la reducción de emisiones y la densidad urbana en una sola propuesta.
Según Sumitomo, el edificio almacenaría más de 185.000 toneladas de carbono. Además, se espera que sirva como catalizador para cambios regulatorios y de mercado en Japón, donde las restricciones sísmicas y de incendio impusieron históricamente barreras al uso de madera en altura.
SUIZA Y EL ROCKET&TIGERLI
En Europa Central, Suiza avanza con Rocket&Tigerli en Winterthur, cerca de Zúrich. El proyecto en construcción desde 2023 prevé llegar a 100 metros y 32 pisos, lo que lo convertiría en el edificio de madera más alto del mundo sin un núcleo de hormigón.
Desarrollado por el consorcio Ina Invest y diseñado por Schmidt Hammer Lassen Architects, el proyecto se apoya en investigaciones de la ETH Zürich para innovar en conexiones estructurales y normas contra incendios. Su estructura 100% de madera pretende reducir el uso de acero y hormigón al mínimo imprescindible, algo que podría abrir el camino a normativas más permisivas en otros países europeos.
REINO UNIDO Y LA AMBICIÓN DE LOS 300 METROS
El Reino Unido no se queda atrás. En Londres existen proyectos conceptuales que aspiran a superar los 300 metros, con estudios como PLP Architecture y Waugh Thistleton involucrados en el diseño de torres de madera híbrida.
La mayoría de estos proyectos son el sistema de madera contra laminada. Aunque muchos de estos planes están en etapa de propuesta o desarrollo conceptual, ilustran la dirección del mercado. Londres busca convertirse en un centro de construcción sostenible, con una regulación que evoluciona para permitir materiales alternativos y diseños de gran altura con menor impacto ambiental.
AUSTRALIA Y LOS PROYECTOS EN MELBOURNE
Australia también participa en la carrera con edificios que exploran la altura en madera. En Melbourne se destaca el 25 King, con 45 metros y 10 pisos destinados a oficinas, inaugurado en 2018.
Aunque su altura no compite con los líderes mundiales, su construcción influyó en la adopción de normas más flexibles para edificios de madera en Oceanía. Firmas como Bates Smart y Lendlease trabajan en nuevos proyectos en Sidney y Brisbane con objetivos de entre 15 y 20 pisos, buscando consolidar un mercado local para la madera estructural.
ESTADOS UNIDOS Y SU REGULACIÓN CAMBIANTE
En Estados Unidos, la carrera por los rascacielos de madera enfrenta desafíos regulatorios importantes. El Código Internacional de Construcción adoptó en 2021 nuevas normas que permiten hasta 18 pisos de madera maciza bajo ciertas condiciones, con el objetivo de estimular desarrollos sostenibles.
Proyectos como Ascent en Milwaukee (86,6 metros, 25 pisos) inaugurado en 2022, demostraron que la madera puede competir con el hormigón incluso en ciudades con climas rigurosos. Diseñado por Korb + Associates Architects, Ascent logró certificación para viviendas de lujo y atrajo inversiones privadas interesadas en reducir la huella de carbono.
IMPACTO AMBIENTAL Y FUTURO
La relevancia de esta competencia no se reduce a una cuestión de récords de altura. Según el World Green Building Council, las construcciones representan cerca del 40% del consumo energético global y una parte sustancial de las emisiones totales.
El uso de madera estructural no solo reduce emisiones directas sino que almacena carbono durante décadas. La gestión forestal responsable se vuelve esencial para sostener la expansión de estos proyectos sin generar deforestación.
El futuro de los rascacielos de madera depende de la innovación tecnológica, las inversiones en cadenas de suministro sostenibles y la actualización de los códigos de construcción. La competencia internacional ya impulsó cambios regulatorios en Canadá, Austria, Noruega y Estados Unidos, con otras naciones siguiendo el ejemplo.
La carrera por conquistar el cielo con madera redefine el horizonte de muchas ciudades. Desde la eficiencia energética hasta la integración con el entorno, los rascacielos de madera prometen un cambio cultural en la forma de construir y habitar.
El auge de estos proyectos marca un punto de inflexión en la industria de la construcción, que busca reconciliar la densidad urbana con la sostenibilidad ambiental. En los próximos años, el liderazgo en esta carrera no dependerá solo de la altura, sino de la capacidad de cada país para innovar, regular y sostener un modelo constructivo más responsable.